jueves, 27 de marzo de 2014

Amemos con moderación



Tenemos un solo corazón, que bombea constantemente miles de sentimientos. Un solo corazón que puede sentirse triste y contento a la vez. Un corazón que a veces dormimos por miedo, y que a veces compartimos aunque después tengamos que coserlo. Un corazón que a veces calla demasiado, que no sabe enfrentarse a lo que le ocurre. Un corazón que, cuando interviene la cabeza, se queda de actor secundario. El corazón sufre, se alegra, se alborota, se esconde, se para, llora, se confía… Pero no se mantiene indiferente, no podemos conservarlo intacto. Pedacitos de él que una vez regalamos y que ya no sabemos donde están, acelerones de pulso que ya no podemos sentir aunque queramos, paradas de infarto que nos sirvieron para empezar a amar… A veces es necesario meterlo en cama, descansarlo, dejar que la cabeza tome su puesto, para que se rehabilite y que nos pueda seguir en el camino que decidamos coger esa vez, aunque lo volvamos a lastimar. Pero también a veces necesitamos de otro corazón que nos ayude, que lo mime y que sepa ponerlo en pie. Yo lo necesito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario