domingo, 15 de junio de 2014

Las cosas grandes



Tú y yo somos tan simples que disfrutaremos de los complementos de las cosas grandes. Porque al fin y al cabo las cosas grandes no significan nada si no hay quién o qué las complemente. Y las palabras más poderosas y los verbos más deseados de esta vida no son nada sin ellos. Porque la palabra amistad es tan amplia que intentará abarcar tantos dedos como pueda para los necios, y quedará escueta cuando se defina en todo su significado cuando alguien la reclame. El verbo amar no es pleno si no lo complementa otra alma que ame igual; y reír, que puede ser sólo, pero que se prolonga en varias caras que lo hacen al mismo tiempo; y unos ojos que pidan perdón no son nada sin otros que los miren con clemencia.
No estamos hechos para ser o existir en la piel de la soledad, y ya no digo con semejantes, sino con trocitos de vida, con el aire, con las ansias, con los retos, con destinos, con la verdad; cualquier cosa que suponga completar todo lo bueno que por si sólo no sería nada.
Construimos todas esas cosas grandes, a la perfección, siguiendo el camino correcto pero no nos paramos a pensar que los pedacitos que los rodean son los que nos ayudan a ser más humanos que personas.

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